Por Gaspar Patiño pasionsports.mx
María del Rosario Espinoza, la triple medallista olímpica que marcó una era gloriosa para México en el Taekwondo, ha dado un paso firme para convertirse en la figura de unidad y transformación que tanto necesita el Taekwondo mexicano. Después de su retiro como atleta al no clasificar a sus cuartos Juegos Olímpicos en Tokio 2020, María no se alejó de su pasión: regresó con fuerza, inteligencia y una visión renovada, esta vez como entrenadora y líder.

Al lado de la también ex seleccionada Janet Alegría, Espinoza tomó las riendas del equipo nacional de ParaTaekwondo, logrando éxitos deportivos, estabilidad en la dirección técnica y, sobre todo, una conexión genuina con los atletas y la comunidad. Su juventud, prestigio internacional y carisma la han posicionado como una líder natural ante un gremio que clama por un cambio profundo.
Este resurgimiento de María llega en medio de una de las peores crisis institucionales que ha vivido la Federación Mexicana de Taekwondo (FMTKD). Durante los dos periodos presidenciales de Raymundo González, el Taekwondo mexicano ha estado marcado por escándalos, señalamientos de presunta corrupción y pérdida de credibilidad. La situación llegó a un punto crítico con la revocación del registro ante la CONADE y la ruptura de confianza con amplios sectores de la comunidad taekwondoín.

El pasado sábado, en un acto simbólico que quedará en la memoria colectiva del Taekwondo nacional, se llevó a cabo una clínica deportiva organizada por el IMSS en el Monumento a la Revolución. Ahí, las y los practicantes pudieron entrenar y convivir con figuras históricas del deporte como Guillermo Pérez (campeón olímpico), Carlos Sansores (campeón mundial), Diego García (campeón paralímpico) y, por supuesto, la más ovacionada: María del Rosario Espinoza.
La ovación fue contundente. Profesores y asistentes no solo aplaudieron su legado, sino que corearon una consigna que se escuchó con fuerza: “¡María Presidenta!”. Lo que parecía un homenaje se convirtió en una proclamación. Ese día, Espinoza dejó entrever lo que muchos esperaban: su intención de contender por la presidencia de la Federación Mexicana de Taekwondo.

María representa el cambio. Su imagen limpia, su conocimiento profundo del deporte y su presencia internacional son cualidades que la colocan como una opción real y esperanzadora para dirigir los destinos del Taekwondo nacional. Pero más allá de lo técnico o administrativo, ella simboliza la reconciliación de una comunidad herida, el retorno a los valores marciales y la oportunidad de recuperar el prestigio perdido.
México necesita una renovación en el Taekwondo, y la figura de María del Rosario Espinoza se levanta como la unión, la voz y la guía de una nueva etapa.
El Taekwondo quiere volver a soñar. Y ese sueño tiene nombre: María del Rosario Espinoza.
 
								 
								 
								 
								