Por: Gaspar Patiño.
El Taekwondo mexicano, una disciplina que en décadas pasadas llenó de gloria a nuestro país con medallistas olímpicos y medallistas mundiales, enfrenta hoy una crisis institucional que pone en tela de juicio la legitimidad, eficacia y ética de su actual dirigencia. La pregunta que se hace cada vez con más fuerza dentro y fuera de los dojangs es clara:
¿necesita el Taekwondo de México una nueva federación?
La inconformidad creciente hacia la Federación Mexicana de Taekwondo (FMTKD), por Raymundo González, con 2 periodos al frente que ahora opta por una 3era elección aún no definida por el COVED y con una comisión supervisora sugerida por WT (World Taekwondo) por dudas de buena gobernanza ha generado un ambiente de desconfianza entre las autoridades deportivas nacionales y la comunidad nacional de Taekwondo para la FMTKD. Los señalamientos son graves y numerosos, y han escalado en los últimos años hasta convertir lo que antes eran quejas aisladas en un reclamo colectivo por un cambio estructural.
Gobernanza cuestionada y liderazgos impuestos
Uno de los puntos más polémicos ha sido la forma en que se han impuesto presidentes estatales afines a González, como el caso de Emily Armas en el Estado de México o Gabriela Paredes en la Ciudad de México entre otros tantos. Esta última ha sido señalada por supuestas faltas de respeto e incluso insultos hacia María del Rosario Espinoza, triple medallista olímpica y una de las figuras más emblemáticas del deporte nacional. Estos episodios evidencian una falta de sensibilidad y reconocimiento hacia los íconos del taekwondo nacional, lo que agrava el malestar entre las bases.
En paralelo, existen presuntas acusaciones de mal manejo de recursos y una demanda activa contra la dirigencia de la asociación de la Ciudad de México, lo cual apunta a un manejo poco transparente del dinero que financia a la asociación.

Fracasos deportivos y costos inalcanzables
A nivel deportivo, los resultados han sido decepcionantes. Tras el legado de campeones como : Torroella, Los hermanos Salazar, Maria Espinoza y Guillermo Pérez y mas medallista olimpicos, la FMTKD ha fracasado en obtener medallas en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 y París 2024, lo que representa un retroceso significativo respecto a las expectativas y capacidades del país en esta disciplina.
Por si fuera poco, los altos costos de participación en eventos nacionales, las cuotas elevadas para entrenadores por conceptos como avales, RUF, rotativos de competencia y certificaciones (COCET), han transformado la práctica del Taekwondo en una carga económica difícil de sostener, alejando a muchos talentos emergentes y limitando el acceso equitativo al alto rendimiento.

¿Negocio que no van a dejar?
El desprecio hacia los ex atletas mundiales que critican la actual gestión también ha salido a la luz. En audios filtrados —atribuibles al propio Raymundo González— se revela una visión empresarial y patrimonialista de la federación: “Esto es un negocio, y no lo vamos a dejar a otras personas”, se escucha decir. Esta declaración, que hasta ahora no sido desmentida de forma contundente, desató la indignación de amplios sectores de la comunidad, que consideran que la FMTKD ha dejado de ser una institución al servicio del deporte para convertirse en un instrumento de poder y lucro personal.

Un llamado urgente a la reestructuración
A la luz de estos hechos, la creación de una nueva federación —o una profunda reestructuración de la actual— aparece no solo como una alternativa viable, sino como una necesidad urgente. Muchos actores del Taekwondo nacional, desde atletas de élite hasta entrenadores de base, coinciden en que el actual modelo ha llegado a su límite y que se requiere una nueva visión basada en la ética, la inclusión, la transparencia y el mérito deportivo.
No se trata únicamente de cambiar de presidente, sino de reconstruir las bases institucionales de la federación con mecanismos democráticos, rendición de cuentas y participación real de todos los sectores afiliados y no afiliados del Taekwondo mexicano.
El Taekwondo es más que medallas. Es una filosofía de vida, una herramienta educativa y un orgullo nacional. Merece instituciones a su altura. Y hoy, más que nunca, la comunidad se pregunta: ¿no ha llegado ya el momento de un nuevo comienzo?